La lluvia no pudo impedir que los asistentes al Jardín de Isabel lográramos disfrutar de una agradable noche, matizada por la complicidad del Grupo Nuestra América, que despojado de micrófonos y equipos electrónicos por el mal tiempo, compartieron en un ambiente íntimo en la Sala de Conferencias del Museo Óscar María Rojas.
Aunque no fueron los que esperábamos del grupo, egresado hace cuatro décadas del Instituto José Smith Comas de Cárdenas, como habíamos quedado, quienes asistimos, disfrutamos del placer del reencuentro y la nostalgia de escuchar a Nuestra América, agrupación surgida hace 43 años en el preuniversitario que aún incluye a ex alumnos de esa graduación.
El Coro del Instituto surgido a la sazón de aquellos primeros años de bachillerato fue recordado y los que estuvimos, entonamos no pocas canciones de nuestros años felices de aquella inovidable época.
Alejandro García, hoy un señor alto, canoso y con barriga volvió a transformarse en el flaco desgarbado que cautivaba con su verbo fácil y enamoró a Melba, hoy la madre de sus hijos y compañera de toda una vida.
Fefita nuestra estrella del Carnaval, orgullo del pre por su belleza y sencillez, allí estaba junto a la simpática Carmelina; la muy conservada María del Carmen Asencio y la intrépida Mariana, que no hubo cueva en Jagüey que no descubriera en los alrededores del Pre en el Campo República Popular China, donde estudiamos el último curso.
Gilberto Pizart, acompañado de su esposa Estela, flaco y bonachón como entonces, solo que calvo y uno de los más interesados en el encuentro y Chío, el Doctor Chío con su generosa sonrisa, esa que me acompañó cuando nos graduamos de pareja en décimo grado, tampoco se perdieron la cita.
Qué decir de Rubén Rodríguez, el esposo de Elsa María, mi colega desde preescolar , hoy doctora y una consagrada abuela.
Rubén, quien también es el anfitrión de la Peña del Jardín de Isabel y uno de los fundadores de Nuestra América, se veía feliz de tener a sus compañeros del pre en el público y a un invitado especial como Ángel Quintero, veterano de la Nueva Trova y hermano del Grupo desde sus primeros años.
No fallaron los jóvenes que tampoco temieron a la lluvia y nos hicieron volver a nuestra añorada etapa de estudiantes de bachillato, con hermosas canciones.
Ya comenté que fuimos pocos, pero creo que suficientes para vivir una noche especial de reencuentros y buena música junto a Nuestra América en su peña, que esperamos se repita y asistan más de nuestro inolvidable grupo del Instituto José Smith Comas de la Ciudad Bandera.
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