Ciudad Bandera

Desde Cárdenas, Cuba y el Mundo, un intercambio franco.

miércoles, 14 de octubre de 2020

ESTA ES TU CASA FIDEL

 El título de propiedad de la  vivienda, mi abuela lo tenía puesto en un cuadro en la sala, como algo casi sagrado. La Revolución  se lo había entregado y merecía estar en el lugar más visible, para que todos supieran que ya era suya aquella casita donde crió a sus hijos y por la que tanto había sufrido.

Eran los tiempos de la República y ella vivía alquilada por 4 pesos al mes con su familia y cuando perdió a mi abuelo de pronto, por un ataque al corazón y otro gallego igual que él,  dueño de la casa,  con mucha pena  si, y pésame de por medio,  le exigió que pagara los meses que debía o se iba con sus huérfanos a otra parte, su desesperación no tuvo límites.

Ella  con mucha vergüenza le pidió que le perdonara la deuda y que ya le habían ofrecido  lavarle a una enfermera,  un trabajo estable  y le aseguraba que a partir de ahora no fallaría, que por favor  lo hiciera por su paisano muerto.

Casi analfabeta, pero con esa psicología  propia de la necesidad, le explicó que al que le alquilara la casa sería  igual de pobre y a lo mejor le hacía lo mismo y  ya a ella la conocía y estaba  comprometida con pagarle,  el propietario la miró sorprendido y le dijo, qué como se atrevía a decirle en su cara que no le iba a pagar, que en dos día regresaba y si no tenía el dinero, le sacaba todo para la calle.

Mi abuela fue a donde su amiga Aurelia, que era santera  y con ni se sabe cuántos trabajos, promesas  y rezos regresó a la casa a esperar los resultados. Increíblemente el gallego vino a  los  dos días y le dijo que lo había pensado bien y que tenía razón, a lo mejor el próximo alquiler era peor, además estaba de por medio el  paisano Severo, panadero de oficio y un hombre honrado. 


Así Mimi, como yo lo decía nos contaba del por qué, de su fe, que nunca le había fallado, pero que la Revolución era más poderosa que todo  y su líder, el mayor de los santos,  había hecho realidad  su sueño de tener un techo, por eso en su puerta tenía una placa metálica que decía: “Esta es tu casa Fidel”, quién con la  Ley de Reforma Urbana, dictada   un día como hoy, acabó con la pesadilla del desalojo y entregó en propiedad la vivienda a quienes la habitaran.

Así se hacía realidad  otro de los objetivos del programa del Moncada,  Fidel cumplía con el pueblo uno de sus más caros anhelos, que hoy a 60 años, recuerdo con esta breve historia de mi  inolvidable abuela Estelvina.

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