Lic. Valia Soto Espinosa (Club martiano Néstor Ponce de León-Unión de Historiadores de Cuba).
“Basta que la educación propuesta, sea conveniente para el hombre y esté bien adaptada al corazón humano”, reveló Juan Jacobo Rousseau. Este tipo de educación es la propuesta, tras las transformaciones, universitarias requeridas por los tiempos. Nos encontramos ante una época de evoluciones, donde los desafíos neoliberales y el desarrollo portentoso, tributa a un mundo destinado a sepultarse dentro de un primitivismo sorprendente, motivado por el desamor, el egoísmo, el consumismo, la inequidad y la depredación imperial.
Nuestra Universidad, sufre cambios, la gestión del conocimiento y la innovación más el desarrollo, son los soportes de esta institución, la cual no está exenta de riesgos, si tenemos en cuenta todas aquellas tendencias negativas que vician la actualidad de nuestro entorno, así como el acceso de muchos de sus profesores a culturas diferentes y a las seductoras propuestas de otras latitudes.
Es importante ante estas condiciones, elevar el nivel científico de los claustros, pero también el político ideológico, revestido de la ética, demandada en este ciclo.
Enseñar a enseñar, aprender a aprender, obviando la tecnocracia, la burocracia y el elitismo, son argumentos que permiten disponer de un conjunto de saberes, de aptitudes, de la eficiencia y eficacia procuradas.
El protagonismo profesoral, cobra responsabilidad, propiamente con respecto al desarrollo local, dependiente de la innovación para su transformación, mediante un sistema de investigación planificado, según el banco de problemas. El compromiso es perentorio, dando curso a la readecuación de nuestro sistema económico y al mejoramiento de vida de la población; por supuesto con la puesta en marcha del apoyo institucional, indispensable para el cumplimiento de las acciones.
La decisión del Consejo de Ministros, de reubicar a los profesores jubilados en la enseñanza superior, a través del estímulo monetario de la suma del salario, más la pensión, así como de otras retribuciones adicionales, permitirá engalanar a nuestros colectivos pedagógicos, con la experiencia, complementada a partir de la praxis axiológica.
Nuevos espacios para estos expertos, no constituye una amenaza, sino, el eslabonamiento holista para revalorizar, todo cuanto permita una formación profesional más consecuente, lo que cobraría gran impacto social para nuestro país. Sin desdeñar la capacidad de los jóvenes, resulta necesario perfeccionar nuestras aulas; no podemos negar que en no pocos escenarios se han dejado llevar por la inercia, la falta de cultura integral y la mediocridad. Un ribete de irresponsabilidad, de falta de concientización del papel de un docente, la falta de competencia y competitividad, la ausencia de investigación científica, muchas veces debido a carencias económicas,(en este sentido deberá adecuarse las condiciones que necesita el profesor según sus esfuerzos y sus resultados y un mayor enfoque ante las privaciones de las tecnologías, las que se hacen recurrentes), pero también la falta de un buen liderazgo, la debilidad ideológica no consecuente con la etapa, ha orlado algunos colectivos de forma aislada, hechos que han entorpecido los logros del proceso docente educativo.
Traer al escenario actual el papel de los gerontes (ancianos mayores de sesenta años) dentro de las polis estado griegas, resulta acertado, pues eran consultados para la toma de cualquier decisión dentro de la Asamblea, legitimando de esta forma la importancia del conocimiento acumulado a través de la práctica humana que sólo origina el transcurso de los años, lo que viene a cobrar vigencia, toda vez implementada la norma jurídica aludida.
Estos reincorporados, demostrarán su espíritu juvenil y la sapiencia que les caracteriza, pero por sobre todas las cosas, el retorno enuncia que lo harán con un corazón dentro de sus maletas que limará todas aquellas dificultades que pudieren evitar la formación de un buen profesional, no sólo con la intrepidez proporcionada por el estímulo monetario, que sin lugar a dudas se hace imprescindible, sino con la envoltura de ese amor infinito ante el cumplimiento de los objetivos educativos.Dijo el apóstol:”la educación suaviza más que la prosperidad”.
Después de conocer esta agradable noticia, exponía un colega, “yo no quiero dirigir más, hay que dar paso a los más frescos...” Ante la expresión, se impuso mi respuesta: existen escabrosas montañas que para escalarlas y encontrar su cima, necesitamos de soportes; esta es la razón.
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