
Hace unos años visité los talleres de la Reconstructora de Ómnibus
de Cárdenas y quedé impresionada con la labor de aquellos hombres que sin
descanso
trabajaban en la reparación de
equipos de transporte urbano de la capital en tiempo record, hoy de nuevo
visité esa unidad y compartí con ese colectivo, en su mayoría masculino
la consulta del Proyecto Constitucional
cubano.
Apenas sin cambiarse de su atuendo habitual
se sentaron a analizar el documento que en
un futuro regirá como la Carta Magna del país;
con atención estudiaron los capítulos que se mantienen, los 113 que se modifican
y los 13 que se proponen eliminar.

Con su lenguaje en ocasiones recio, pero claro y directo
examinaron

paso a paso la trascendental reforma
constitucional cubana, que
precisa del aporte de todas y
todos para
lograr democráticamente llegar a un consenso con la opinión del pueblo.
Agudas fueron los
criterios sobre el Artículo 68 del capítulo III referido al matrimonio como
unión voluntaria concertada entre dos personas, con aptitud legal para ello…,
que digamos puso a flor de piel el pensamiento machista de estos hombres, que
no comparten este tipo de relación y lo
consideran perjudicial a la familia.

Lógica resulta esta reacción y cada quien en su contexto
expresará libre y voluntariamente sus
opiniones,
propuestas de cambios, adiciones y también
supresión
de artículos y
todo debe ser respetado.
Claro que es
importante ir educando a la población para alcanzar una sociedad más justa y plena,
sin ningún tipo de discriminación,
explicando temas que hasta hace muy
poco eran tabú y hoy necesitan ser tratados desde la infancia, sin olvidar el seno del movimiento
obrero y la comunidad para su mayor comprensión.
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