Aunque nunca tuve conciencia cabal de haber sido protagonista, en la
fundación de los Círculos Infantiles, por las historias familiares y
pasajes que como relámpagos me vienen a la mente, puedo decir que
integré el grupo de aquellos primeros niños y niñas, que inauguraron
estas instituciones en Cárdenas, Ciudad Bandera de Cuba.
La decisión era
difícil, pero mi mamá, incorporada a trabajar para la Revolución desde
su mismo triunfo, la tomó sin miedo y mandó a sus hijos, a ser
atendidos por compañeras que lo único que tenían, era la voluntad de
lograr que aquel proyecto se materializara, para contribuir a la
emancipación de la mujer .Una campaña mediática, también en ese entonces, trataba de atemorizar a las madres, que querían incorporarse a las tareas, en plena efervescencia revolucionaria, con presuntos peligros, que podían correr sus hijos, de asistir a los Círculos. La propaganda anticomunista y contrarrevolucionaria, sobre todo dirigida a las personas ignorantes, trataba de desvirtuar el objetivo de estas instituciones, que funcionaron al principio en su mayoría, en casas y residencias, de quienes abandonaron la Isla, alentados por el sueño americano, que sí convirtió en víctimas, a muchos pequeños, como los de la Operación Peter Pan.
En aquellos años la Federación de Mujeres Cubanas y en particular su presidenta Vilma Espín, jugaron un papel decisivo en convertir a los Círculos Infantiles en centros educacionales, en el que los niños y las niñas, además de estar protegidos, recibían una formación integral.
Cincuenta y cinco Abriles han transcurrido desde que se crearan los Círculos Infantiles y muchas son las generaciones que han pasado por ellos, entre las que me cuento, guardando recuerdos de la primera infancia, en que mi mamá se despidió de mí, para construir el futuro, no solo de sus hijos, sino también de la Patria.
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