Cuando leemos sobre zapatos de tacones, las que no los usan respiran tranquilas, porque amén de que sus parejas se trastornen cuando ven pasar a una mujer con calzado alto, generalmente la lista de los inconvenientes, justifican el rechazo a montarse en un par de pullas.
Sin embargo en este artículo que encontré, lejos de eso, lo que se hace es ponderarlos e invitarnos a incluirlos en
nuestro atuendo; por eso rápidamente lo copié y se lo llevé a mi hija,
que por falta de práctica en su última salida, llegó quejándose de
tener un par de dóberman mordiéndole los pies.
Tuvo tanto éxito el escrito entre ella, su hermana, primas y amigas que decidí publicarlo en mi blog para compartirlo.
Caminar en tacones ¡No matar cucarachas!
Por Andrés Yunior Gómez Quevedo (tomado de CUBAHORA 8-3-2014)
Iba por el Parque de la Fraternidad cuando una muchacha hermosa pasó de la mano del novio, quien evitaba que se cayera, o al menos eso pensé, a juzgar por el andar de ella. ¿Será que tiene problemas físico-motores? Me pregunté. Pero no se trataba de eso, sino de un par de tacones que le torturaban los pies ¿o eran sus pies los que torturaban a los tacones? De pronto todo lo bello que tenía la desconocida se opacó ante el detalle aparentemente banal de no saber manejar sus zapatos.
Hay una pieza de peletería que no debe faltar en todo vestidor de una mujer, y es el zapato de tacón, no importa si de 8, 10, 12, 15 o 18 cm, lo cual ya depende del gusto personal y la capacidad de manejarlos.
Tampoco importa si ella prefiere los zapatos bajos o pegados al piso, en algún momento de su vida tendrá que asistir a un evento en el cual necesite, por una cuestión de buen gusto, el elegante par de tacones.
En otras épocas la mujer era diligentemente entrenada en el manejo de este tipo de calzado, hasta en las películas se ha hecho alusión al respecto, entonces ponían a las muchachas a caminar con un libro sobre la cabeza para potenciar el estilo y la elegancia a la par de la capacidad de dominarlos.
Para entender un poco el desdén de muchas mujeres con respecto a este tipo de zapatos, hay que recurrir de manera obligatoria al factor económico. Tengamos en cuenta el precio de los tacones en las tiendas y en los stands de los negociantes. A eso hay que añadirle la falta de espacios televisivos y en el resto de los medios que ayuden a promover la idea de cuánto se realza el estilo de una mujer cuando lleva bien un par de pullas, como se les llaman también en la calle.
Es más asequible un par de sandalias, balerinas, mocasines y/o tenis que unos tacones. La mujer cubana trabajadora se viste como puede, no siempre como quiere, y es obligatorio el juego de las prendas de vestir con lo que lleven los pies.
De todos modos, si a usted mujer, se le hace irresistible un par de tacones, porque le gustan, porque van con el nuevo vestido, porque los necesita para la boda de la prima, la discoteca con el novio o simplemente puede cumplir el antojo, tenga en cuenta primero si sabe o no llevarlos, pues todo lo linda que puede vestirse, maquillar y peinarse, puede ser obviado ante un caminar de asesina de cucarachas ambulante.
Cuando de tacones se trata debe primero probarse ambas prendas cuando vaya a comprarlos. Pararse con los pies a la anchura de los hombros, verificar que tanto el apoyo del zapato (o sea, la parte delantera) y el tacón están bien plantados al suelo. Ponerse en puntillas de pie por unos segundos para comprobar si sus tobillos tienen la flexibilidad suficiente para manejar las piezas. Si no pierde el balance, es que puede lidiar con la altura de esos tacones.
Para caminar con ellos debe apoyar el talón que descansa sobre el tacón y luego la punta del pie, como mismo se hace con un par de zapatos normales. El error consiste en que muchas mujeres piensan que deben apoyar todo el pie para no perder el equilibrio, lo cual causa un efecto totalmente desagradable y la hace ver como si anduviera aplastando bichos.
Para que el caminar se vea elegante, femenino y estilizado debe colocarse un pie delante del otro y así avanzar, posicionando siempre el talón del pie que va a dar el paso justo frente a la punta del pie que queda detrás. De lo contrario se vería como si anduviera con las piernas abiertas ¿se imaginan?
No hay hombre que se resista a una mujer que domine sus zapatos de manera elegante, ni vecina, compañera, desconocida o gay que la pueda criticar. Como versa el dicho “las cosas o se hacen bien o no se hacen”. Por lo tanto, si va a llevar tacones, por favor, camine con ellos o mate cucarachas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario