Una historia conmovedora propone Conducta, la última película cubana que tuve la oportunidad de ver en el Cine Yara de la capital y confirmo que no hay como la pantalla grande y la complicidad del público anónimo compartidor de emociones, aplausos, sollozos y risas en cada momento trascendente de este filme que ha roto el mito de que las personas no asisten ya a las salas oscuras, porque una buena copia en la comodidad de la casa se disfruta igual.
Temas universales que se ajustan a una parte de la Cuba de hoy pasan ante nuestros ojos para trasmitirnos un mensaje que aunque amargo, invita a meditar en lo que nos rodea, denuncia males, estereotipos y pone el dedo en la llaga social con seres como Sonia, Ignacio, Yenny y su papá Pablo y el propio Chala, víctima de la disfuncionalidad que por diversas razones, está presente aún en familias cubanas.
La maestra Carmela, interpretada de manera brillante por Alina Rodríguez, es un símbolo del magisterio, tal como lo deseamos para nuestros hijos, por lo menos en mi caso, rompiendo esquemas oficialistas, instaurados muchas veces no por el sistema educacional sino por quienes lo aplican.
Cuando vi la película me puse a buscar a mi “Carmela” a lo largo de tantos años de estudio; después le pregunté a mi hija y sin pensarlo dos veces contestó: Yolanda, mi maestra de séptimo grado. La interrogante se la hice a mi sobrina de igual edad y la respuesta fue la misma: Yolanda Collazo, tía.
Repetí la experiencia con otros jóvenes que también fueron sus alumnos y vieron la película y de inmediato recordaron a Yolanda, por lo que creo que todos lo que han estado en su aula, sin lugar a dudas coincidirán en verla reflejada íntegramente en el personaje protagónico de Conducta, por su sensibilidad, cubanía, justeza y especial sentido humano a la hora de comunicarse con sus estudiantes y trasmitirle valores.
A cuántos Chalas ha educado Yolanda en su vida como maestra Makarenko, enseñando a amar la lectura y a lo que escriben, con esa magia y poesía que la distinguen sin dejar de tener los pies sobre la tierra, estimulando a unos o halando las orejas al que lo merece, pero siempre dejando claro la utilidad de la virtud a sus discípulos, sin diferenciarlos por su origen.
Fue un privilegio que una maestra como la Carmela del último estreno de la filmografía cubana, le impartiera clases a mi hija y sobrina, contribuyendo a formarlas como lo que son hoy, sin embargo creo que lo más importante son los Chalas que Yolanda Collazo ha salvado y sigue salvando en su quehacer diario y ojalá que muchas Marthas, como la joven profesora de la película sigan su ejemplo.
A cuántos Chalas ha educado Yolanda en su vida como maestra Makarenko, enseñando a amar la lectura y a lo que escriben, con esa magia y poesía que la distinguen sin dejar de tener los pies sobre la tierra, estimulando a unos o halando las orejas al que lo merece, pero siempre dejando claro la utilidad de la virtud a sus discípulos, sin diferenciarlos por su origen.
Fue un privilegio que una maestra como la Carmela del último estreno de la filmografía cubana, le impartiera clases a mi hija y sobrina, contribuyendo a formarlas como lo que son hoy, sin embargo creo que lo más importante son los Chalas que Yolanda Collazo ha salvado y sigue salvando en su quehacer diario y ojalá que muchas Marthas, como la joven profesora de la película sigan su ejemplo.
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