En la segunda recuerda el crudo frío de aquel febrero del 2002 cuando llegó a la Penitenciaría de Florence en Estados Unidos y lo difícil que eran las condiciones en el lugar porque casi todos los presos arrastraban un hecho violento en su record, fuera y dentro de la cárcel.
Rememora como veteranos reclusos le decían que cuando se llegaba a los 15 años de encierro comenzaban a aflorar trastornos psicológicos y físicos, sin embargo en su mensaje Antonio con seguridad afirma: Hemos cumplido nuestros 15 sin el menor síntoma de locura ni el menor vestigio de pesimismo, todo lo contrario, cada día estamos más claros y somos más creativos, cada día nos sentimos más optimistas y serenos.
En su misiva a la pionera cardenense, Antonio Guerrero le cuenta sobre la cantidad de cartas recibidas de todas las latitudes, llenas de hermandad y amor para más adelante expresar que la ruda vida en prisión me demostró que un hombre inocente, con convicciones puras, querido por su pueblo y por tantos amigos jamás perderá su cordura ni dejará se quebranten su integridad y su moral, así lo pongan en la celda más aislada en la que lo puedan poner.
Un nuevo poema al que titula "Ata una cinta amarilla" da fe de su confianza en nuestro pueblo, que no se detendrá hasta el regreso de sus hijos a la Patria.
Bajo la lluvia del tiempo,
entre nuestras dos heridas,
por donde viene la luz
En el balcón de tus sueños,
en el árbol de la esquina,
en tu puerta que es mi puerta
ata una cinta amarilla.
Para que la vea el mundo
como una flor extendida,
a la punta de una estrella
ata una flor amarilla.
Aunque sé cuánto me amas,
cuánto es tu vida mi vida;
aunque bien sé que me esperas
ata una cinta amarilla.
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