Un amor compartido…

En este Día de los Enamorados en que muchas parejas en Cuba y el mundo celebran, quiero detenerme a recordar a una, que solo podrá hacerlo desde la distancia,que injustamente los separa: me refiero a Gerardo Hernández Nordelo y Adriana Pérez O'Connor, quienes hoy no podrán abrazarse y de hecho hace mucho tiempo, que les está vetado hacerlo,  por un amor, al que  José Martí describió   en su obra Abdala,  cuando expresó:
  
  (…)“El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni  a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;”    (…)

     Por ese amor a la Patria y por defenderla, de quienes han  privado de la  vida  y de amar ,a tantos de sus hijos, Gerardo,  junto a otros cuatro cubanos,  este 14 de febrero permanecerá lejos  de los suyos y en particular de su otro gran amor: Adriana, quien con   la paciencia de una Penélope de los tiempos modernos, lleva casi 15 años tejiendo sus sueños, sólo que sin dejar de luchar por su regreso  y acompañada de un Pueblo entero, que sufre  y comparte la ausencia de su amado.
    El ensañamiento contra Gerardo en el  proceso que los condenó a  ilegales penas, fue el más cruel, ni siquiera le han permitido  una vez, reunirse con Adriana.  Un país, que se vanagloria de defender los derechos humanos  les prohíbe a una mujer y a un hombre enamorados, amarse, aunque sea en la triste intimidad de una celda. Negarles ese derecho, es una muestra de lo inhumano del proceder de un gobierno,   que se  dice Demócrata.

      Hasta cuando tendrán que esperar Gerardo y Adriana, para quererse en paz y estrecharse en un eterno abrazo, ante un pueblo que ha seguido la odisea vivida por cinco hombres, héroes  ante  los suyos y el mundo. Es hora de que la señora justicia quite su venda de los ojos y reconozca a los verdaderos terroristas, que no pueden  y no podrán nunca,  destruir el amor.