Confieso que apenas tengo oído musical, sin embargo el Concierto de Carlos Varela, celebrado en la noche del 8 de febrero en el Cine Teatro Cárdenas fue tan mágico, que los que tuvimos el privilegio de asistir, lo sentimos como un gran regalo al espíritu.
El reencuentro con un público que ya conoce y lo recibe con el corazón, lo hizo sentir como en casa, por lo que cantó con esa libertad de estar entre amigos, con los que se comparte abiertamente. Canciones antológicas junto a otras nuevas, interpretó acompañado de su grupo, integrado por jóvenes músicos de un virtuosismo increíble.
Casi tres horas de concierto pasaron volando, donde cantó y habló de amigos ausentes, de temas que duelen y de otros que nos hacen sentir más cubanos. Dedicó canciones y contó anécdotas, en toda una velada, memorable, en la que sobresalió particularmente el pianista Aldo López-Gavilán, autor de los arreglos, quien además en un intermedio, regaló tres números de su autoría, que puso de pie al auditorio.
Varias generaciones se dieron cita en el Cine Teatro Cárdenas para disfrutar del trovador Carlos Varela, autor de tantas y tantas canciones, que traducen estados de ánimo y una realidad, en ocasiones amarga, como nuestro vino, pero tan nuestra, rica y diversa, que no tiene igual.
Un momento singular fue su interpretación de Como un ángel en la que de alguna manera todos nos elevamos para traer de vuelta y darle amor, a la que escapó por falta de abrigo en su corazón, una historia que conmueve y nos hace pensar en nuestros hijos, muchas veces rebeldes, pero ángeles al fin.
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