En la obra de José Martí, el más Universal de los cubanos, podemos encontrar pensamientos para cada ocasión y a propósito del ciclón Irma, que hoy continúa siendo motivo de justificación para infinidad de problemas, traigo a colación lo expresado una vez por nuestro Apóstol al referirse a estos eventos meteorológicos:
“No hay que temer sino bendecir los huracanes, porque después de ellos, queda la tierra renovada y pura”
Y por qué cito al Maestro? Pues porque como hace años nuestros mercados no están tan reverdecidos y coloreados con vegetales de todo tipo. Lechugas, coles, rábanos, pepinos, tomates zanahorias, remolachas se muestran en todo su esplendor en las tarimas de los agros.
Sin embargo culpando al susodicho huracán, los precios están bien altos y en ocasiones los vendedores prefieren hasta que se les echen a perder, antes de bajarlos.
Es cierto que Irma arrasó con los platanales y otras cosechas, pero no es caso; las hortalizas, de ciclo corto, se sembraron tras el paso del meteoro que abonó sustancialmente las tierras y de ahí los resultados bien palpables.
No sigan echándole la culpa al Huracán, ni recojan los plátanos antes de tiempo para venderlos bien caros, antes del incremento de la cosecha, bendecida por los nutrientes dejados por Irma en los suelos y bajen los precios de las verduras, un plato cada vez más apreciado en la mesa del cubano y con un precio cada más alto en los agromercados.
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