Me animo a confeccionar este pequeño artículo toda vez de manera casual, dígase casual porque no poseo el tiempo requerido en estos momentos para sentarme a disfrutar de los medios audiovisuales, por lo que agradezco a este fenómeno el acceso a un fragmento del programa Dossier, regalo que nos proporciona teleSUR. ¡Regalo, claro que sí¡ Adjetivos no cubrirían las expectativas que me llevan a emitir este criterio; quizás en mi modesta escritura pudiere citar algunos: brillante, excepcional, profesional, único…
Decía una amiga: resulta osado escribir (para los que no somos profesionales de la palabra) acerca de tan eminente periodista. Le riposté que en el caso que nos ocupa, degrada no honrar, no reconocer, no valorar cómo alguien por la entereza de su labor, por la superación ilimitada, por lo culto de su discurso que no impide llegar a todos, por ese tono de voz que incita al equilibrio emocional, aún cuando esté mostrando una de las peores noticias reveladora de las miserias humanas que envuelven a nuestro planeta, cuando sin intermitencias, sea capaz de mantener la atención de millones de televidentes; porque no es exageración atreverse a asegurar que tal como pienso yo, lo hacen muchas personas.
Me detuve ante una palabra para resumir su esencia: ética, creo que es esa la que sintetiza la personalidad de Walter Martínez, conductor de este programa, la otra, identificación: sí, eso es, identificación con las convulsas situaciones de otros pueblos, de corazón, con la fe evidente en algo y en todo.
Entonces, no quedaría otra alternativa para mí en estos momentos que abrogarme el derecho de nombrarlo: maestro y dar gracias por su venerable existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario