Ciudad Bandera

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lunes, 5 de mayo de 2014

Dos fobias de la tecnología

 Licenciada Valia Soto Espinosa.

El ilimitado desarrollo científico   tecnológico que en materia de medios audiovisuales se está produciendo, en ocasiones me hace pensar que todo va tornándose enajenante. 

 Pongamos como referente, el individualismo provocado por nuestra época, de “sálvese quien pueda”, la preocupación de muchas y  muchos por renunciar a su ciudadanía, no precisamente para conocer otras culturas. Otros, también por los “culebrones” de turno, telerrealidad o reality show en su versión en inglés  y aquellos conflictos personales forzados, contenidos en discos, resultado de “Piratería”.

 Por otra parte el desánimo de leer un buen libro, de interesarse por una noticia de otro lugar del planeta, resulta a veces anacrónico y cuando intentas cambiar la forma de pensar, te responden que para “desgracias, con la de nosotros basta”.
Hace poco escuché  acerca de la apertura de Internet desde celulares y  las posibilidades que brinda ETECSA  en determinados puntos, donde suscitan colas interminables, evidenciado el acceso de no pocas personas a las tecnologías de punta.
Está claro que no podemos vivir ajenos al desarrollo tecnológico, este aflora sin pausas, ni dilaciones. Recuerdo que Raúl  Castro Ruz en su magistral intervención de julio de 2013, aludía que éramos un pueblo instruido pero no precisamente culto.

¿Cuál será el destino del consumo cultural de nuestros cohabitantes? ¿Cuáles serán los peligros que enfrentará nuestra identidad nacional, nuestras relaciones humanas? Siento acercarse un apocalipsis  cultural, si no reaccionamos.
La otra fobia: la antieticidad que a veces tenemos en algunos medios audiovisuales, dígase antieticidad porque al imitar cualquier mediocridad que venga de algunas televisoras foráneas, atentamos en contra de la ética que el nivel profesional  requiere. Su uso en pos de cuestiones individuales, destinadas al sarcasmo, crítica destructiva de política, persona, o institución, resulta un atentado a la cultura y a la proyección  ideológica y social que se propone la máxima dirección de nuestro país.
Los medios tienen que  hacer uso de un altruismo consuetudinario, para no dejarse seducir por las tendencias banales, que diariamente tratan de empolvarnos  el talón. Innovación, creatividad con asentamiento ético, libertad  sin laceraciones  se impone; pero para ello un no rotundo a la cursilería, de manera inmediata, sería la herramienta a priori, de la salvación.
Razones doblemente  fóbicas  no requieren de más comentarios.

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