El ilimitado desarrollo científico tecnológico que en materia de medios audiovisuales se está produciendo, en ocasiones me hace pensar que todo va tornándose enajenante.
Pongamos como referente, el individualismo provocado por nuestra época, de “sálvese quien pueda”, la preocupación de muchas y muchos por renunciar a su ciudadanía, no precisamente para conocer otras culturas. Otros, también por los “culebrones” de turno, telerrealidad o reality show en su versión en inglés y aquellos conflictos personales forzados, contenidos en discos, resultado de “Piratería”.
Por otra parte el desánimo de leer un buen libro, de interesarse por una noticia de otro lugar del planeta, resulta a veces anacrónico y cuando intentas cambiar la forma de pensar, te responden que para “desgracias, con la de nosotros basta”.
Hace poco escuché acerca de la apertura de Internet desde celulares y las posibilidades que brinda ETECSA en determinados puntos, donde suscitan colas interminables, evidenciado el acceso de no pocas personas a las tecnologías de punta.
Está claro que no podemos vivir ajenos al desarrollo tecnológico, este aflora sin pausas, ni dilaciones. Recuerdo que Raúl Castro Ruz en su magistral intervención de julio de 2013, aludía que éramos un pueblo instruido pero no precisamente culto.
¿Cuál será el destino del consumo cultural de nuestros cohabitantes? ¿Cuáles serán los peligros que enfrentará nuestra identidad nacional, nuestras relaciones humanas? Siento acercarse un apocalipsis cultural, si no reaccionamos.
La otra fobia: la antieticidad que a veces tenemos en algunos medios audiovisuales, dígase antieticidad porque al imitar cualquier mediocridad que venga de algunas televisoras foráneas, atentamos en contra de la ética que el nivel profesional requiere. Su uso en pos de cuestiones individuales, destinadas al sarcasmo, crítica destructiva de política, persona, o institución, resulta un atentado a la cultura y a la proyección ideológica y social que se propone la máxima dirección de nuestro país.
Los medios tienen que hacer uso de un altruismo consuetudinario, para no dejarse seducir por las tendencias banales, que diariamente tratan de empolvarnos el talón. Innovación, creatividad con asentamiento ético, libertad sin laceraciones se impone; pero para ello un no rotundo a la cursilería, de manera inmediata, sería la herramienta a priori, de la salvación.
Razones doblemente fóbicas no requieren de más comentarios.
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