Desde Cárdenas, Ciudad Bandera, que ha vivido la angustia de cinco familias cubanas, sometidas por el Imperio a privarse de un ser querido injustamente, alzo mi voz por Gerardo Hernández Nordelo, uno de nuestros hermanos antiterroristas, quien en estos momentos padece de crueles torturas, confinado en el «hueco».
Este lugar que de sólo mencionarlo provoca horror, de manera arbitraria se convirtió en instrumento de castigo, para silenciar la verdad de quienes aceptaron la misión de luchar en las mismas entrañas del monstruo, por defender a su Pueblo.
En una ocasión al salir del hueco, Gerardo llamó a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y cuando le preguntaron:¿Quién llama? con ese humor que nunca lo ha abandonado, respondió: El Conde de Montecristo y hoy de nuevo, ese infierno descrito de forma magistral por Dumas, es el sitio donde se encuentra y el mundo lo tiene que conocer.
A ello se suma su estado de salud, que luego de casi 12 años de encierro, está resentida y necesitando de atención médica, negada por las autoridades penales de Estados Unidos, un país, autoproclamado defensor de los Derechos Humanos.
Aislado en su celda de castigo, está Gerardo Hernández Nordelo, pero solo físicamente, en la localidad matancera de Cárdenas donde se erige el Museo dedicado A la Batalla de Ideas, que como dijo Fidel es, el primero de Cuba y el Mundo, una escultura donada por miembros de la Asociación de Artistas y Artesanos, responde lo que van a lograr sus torturadores.
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